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Entrevista al Dr. Antonio Antón Torres

Entrevista al Dr. Antonio Torres, Jefe de Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza y profesor asociado de la Facultad de Medicina de la Universidad de Zaragoza

Usted se doctoró en Medicina por la Universidad de Valencia y actualmente ejerce como Jefe de Servicio de Oncología del Hospital Miguel Servet, ¿qué ha cambiado en su visión de la Medicina desde sus inicios como estudiante hasta la actualidad?

Creo que han cambiado bastantes cosas. Quizá cuando uno es estudiante, y sobre todo en mi etapa de prácticas, tenía una visión más romántica de la Medicina. Conocí lo que era la Patología General, tuve mi primer contacto con el paciente y, durante mis tres últimos años de carrera, realmente viví lo que era la residencia y tuve la oportunidad de conocer la medicina hospitalaria desde dentro.

¿Qué ha cambiado desde entonces? Quizás en aquel momento disponíamos de menos tecnología aplicada a la medicina y también es cierto que hoy en día veo una medicina diferente porque no estoy haciendo guardias y el hospital lo vivo más desde la gestión que desde el punto de vista asistencial, pero me da la sensación de que ahora es una medicina menos humanizada, más tecnificada, trabajamos intentando basarnos en la evidencia, intentando objetivar las cosas por medio de imagen y por medios de pruebas de laboratorio, buscando los perfiles de cada paciente para intentar ajustar los tratamientos, etc…Posiblemente en aquel momento teníamos algo más de artistas, la Medicina era más arte y los médicos más humanizados. También es cierto que han pasado 30 años desde que inicié esta aventura de la Medicina y la vida también te cambia  la perspectiva. Ahora estoy convencido de que tengo una visión más conservadora y en aquel momento iba buscando una revolución. Probablemente lo que más ha cambiado es la visión del que está ahora hablando.

¿Qué conocía acerca de la Oncología y qué le llevó a decantarse por esta especialidad?

Tuve la suerte, estando de interno en la Cátedra de Patología General en el Hospital Clínico de Valencia, de ser alumno del profesor García Conde, que había tenido una formación en Francia en Oncohematología y venía con unas ideas diferentes y nuevas sobre la Oncología. Fue él quien empezó a desarrollar el servicio, el germen de la Oncología, y en aquel momento tuve la fortuna de poder ver desde dentro ese cambio. El paciente oncológico dejó de ser el paciente terminal, el paciente que ingresaba para recibir un tratamiento sintomático, y empezamos a hacer una Oncología moderna, se empezó a hablar del ensayo clínico, de las combinaciones de quimioterapia, de las respuestas, etc… Yo era un enamorado de la medicina interna, pero había visto todo lo que representaba la medicina hospitalaria y tenia interés y ganas de seguir en esa línea. Por aquel entonces la Oncología no tenía una perspectiva de derivarse al ambulatorio y este fue otro de los aspectos que me atrajo, ver que podía hacer una medicina interna dedicada al cáncer en el hospital. Por otro lado era la gran desconocida, una especialidad moderna, nueva, que estaba desarrollándose. Entonces ya se intuía que había muchas cosas por descubrir lo que significaba un reto para el médico. Teníamos que hacer un gran esfuerzo por aprender y eso fue lo que en gran medida me llevó a decantarme por la especialidad.

¿Qué ha cambiado entre el residente de entonces y el de ahora?

En líneas generales la sensación que uno tiene es que el residente ahora está menos comprometido, pero probablemente depende, como siempre de las personas. Hoy en día el MIR, está considerado como un profesional en formación, y como tal necesita que se le reconozca la labor que realiza desde el punto de vista asistencial en el Hospital. Quizás anteriormente le dábamos menos importancia a ese reconocimiento, éramos capaces de quedarnos fuera de nuestra jornada de trabajo laboral, fuera de nuestro horario, nos quedábamos por el hecho de aprender. Ahora el residente es un trabajador cualificado y además está aprendiendo. Tiene sus horarios y tiene sus descansos. Yo, por ejemplo, hubo muchas guardias que nunca libre, entre otras cosas porque tampoco nos estaba reconocido el librarla y ahora esa situación afortunadamente se ha normalizado y se ha visto que el residente además de estar estudiando está trabajando, desarrolla una labor asistencial y tiene que tener sus descansos. En ese sentido creo se ha ganado una regulación laboral necesaria. Antes éramos internos y residentes, estábamos en muchas ocasiones las 24 horas del día en el hospital, vivíamos allí, era un hospital diferente al de ahora y hoy en día el residente ocupa su lugar dentro del hospital, y esto es principalmente lo que ha cambiado, el reconocimiento a su labor asistencial, algo que se han ganado los residentes a pulso.

Muchos doctores, al tiempo que ejercen la profesión médica, ejercen también de docentes. ¿Es este su caso?

En el Hospital Miguel Servet de Zaragoza hemos desarrollado la docencia postgrado, todo lo que es la formación de residentes. Además, personalmente desde hace 4 años ejerzo como profesor asociado en la Universidad de Zaragoza y colaboro en las prácticas médicas de los alumnos. Ciertamente me gustaría tener una mayor dedicación a la docencia y espero, en los próximos años, debido a la existencia del plan Bolonia y la necesidad de que las Ciencias de la Salud se abran a todos los hospitales de la Comunidad para que los estudiantes puedan hacer sus prácticas y tener contacto con el paciente, poder tener la oportunidad de participar cada vez más en los aspectos docentes de pregrado.

El estar en contacto directo con futuros médicos, ¿qué le ha enseñado?

Tenemos un gran compromiso con los especialistas que estamos formando, es gente que ha hecho una apuesta importante en su vida para hacer Medicina, para dedicarse a la Oncología, y eso se merece un gran respeto y compromiso por nuestra parte. Con los estudiantes de sexto, con los que más convivimos, aprovechando la circunstancia de que están en Oncología y les intentamos transmitir el gusanillo de esta especialidad. Como me ocurrió a mí en aquel momento cuando vi que podíamos ser los internistas de los pacientes con cáncer, intento transmitirles esta idea, que la Oncología es una especialidad viva, moderna, que tiene muchísimo futuro, mucho campo de conocimiento por desarrollar y por otro lado que vean esa parte de la medicina científica, del ensayo clínico, la evidencia, de cómo hemos ido avanzando en una especialidad con grandes dificultades. Enseñarles todo eso creo que es algo bastante atractivo y te hace volcarte con ellos. Es una satisfacción ver que la gente que has formado desarrolla su profesión y son autónomos.

Desde los propios círculos universitarios pero también hospitalarios se habla de la necesidad de ampliar el número de oncólogos debido al creciente número de pacientes de esta patología, ¿cómo cree que se puede hacer frente a estas necesidades asistenciales en Oncología?

Sin lugar a dudas estoy totalmente de acuerdo. No me cabe la menor duda de que dentro de diez años se van a duplicar las necesidades de oncólogos que hay ahora, por dos razones. Por un lado, porque la incidencia va a subir y, por otro, porque la prevalencia también está incrementándose. Cada día los pacientes de cáncer viven más y tienen más oportunidades terapéuticas y esto hace que tengamos que adaptarnos a estas previsiones. ¿Cómo? La respuesta es bien clara: incrementando el número de puestos de formación, exigiendo a la Administración que aumente los oncólogos, aumentando los recursos de los servicios de Oncología y los oncólogos que trabajan en ellos y, por otra parte, incrementando del número de estudiantes que van a entrar en las Universidades. No se puede incrementar el número de oncólogos si no se aumenta el número de estudiantes de las facultades de Medicina. Hay que hacer un análisis de cuál es la situación actual de la Oncología y de cuál va a ser dentro diez años. La Oncología se está convirtiendo en la enfermedad número uno en cuanto a mortalidad, en cuanto a incidencia, en cuanto a necesidades hospitalarias, en cuanto a ingresos, etc…  Y esto se tiene que reflejar en el crecimiento de la especialidad, en que hayan más oncólogos, más consultas y esto no nace de la improvisación.

¿Cree que el acceso a los tratamientos es igual para aquellas personas residentes en pequeños núcleos urbanos que para los que viven en una gran ciudad?

En cada comunidad autónoma la Oncología se ha ido estructurando de forma distinta. Es cierto que hay hospitales que no tienen capacidad para atender a un tipo de paciente complejo, como puede ser el paciente oncológico, en ciertas fases de su enfermedad, pero también es cierto que en otros momentos no sería necesario trasladar a estos pacientes varias decenas de kilómetros para recibir asistencia médica especializada. El disponer de unos centros de referencia y protocolos de derivación y comunicación entre los diferentes hospitales, y niveles asistenciales, es clave para primar la equidad en el acceso a los mejores tratamientos y novedades terapéuticas, independientemente del lugar de residencia.

¿Cuál es su campo de interés dentro del cáncer? Qué aspectos más importantes ha desarrollado usted en este campo?

Cuando empecé en Zaragoza en los años 90 estaba yo solo en el departamento y hacía una Oncología general. Con el tiempo, el Servicio fue creciendo y nos planteamos si continuábamos con una Oncología general y todos hacíamos todo o si empezábamos a supraespecializarnos, a ser expertos. Y optamos por esta segunda opción que, desde la distancia, considero que resultó ser un acierto. En aquella época, ayudé a impulsar y formar los grupo cooperativos mas importantes del país (GECP, GEICAM, TTD, GEIS, GEICO…), estaba muy involucrado en el desarrollo de todas esas patologías y pude incitar a diferentes personas del Servicio, a que se incorporasen a esos proyectos. Afortunadamente, varios de ellos siguen siendo muy activos en el desarrollo e impulso de los mismos, perteneciendo a sus órganos directivos.
En el momento actual, considero que hay dos patologías de mi interés, por un lado el cáncer de mama, que es donde tengo mi nicho asistencial y en el que estoy más involucrado, colaborando en el desarrollo de nuevos proyectos de gestión y apoyando la investigación clínica, poniendo en marcha la investigación traslacional, desarrollando nuevos fármacos y combinaciones, etc. Y por otro lado, el cáncer colorrectal que, aunque ahora estoy menos dedicado a la labor asistencial, sigo involucrado intentando poner en marcha proyectos de diagnostico precoz, campañas de screening, en población sana.

Muchos médicos consideran que lo son las 24 horas del día. ¿Cree que es posible dejar de ejercer en algún momento de su vida?

He tenido la suerte de dedicarme solamente a la medicina pública, no he ejercido nunca fuera del hospital. En muchas ocasiones te traes problemas a casa, de pacientes, de organización, de gestión, pero de alguna forma intento, desde el momento que salgo del hospital, tener ciertas opciones de libertad, de poder dedicarme a otras cosas. Mi vida familiar es relativamente joven, tengo 2 hijos de 12 y 10 años y esto hace que cuando llego a casa se me olviden muchas cosas de la Medicina. Tampoco mucho porque es una profesión que te hace estar al día y estudiar continuamente y esto no lo puedes hacer en el hospital sino que tienes que hacerlo en casa, en horas familiares.

Cuándo hay que trasladar a un paciente una mala noticia, ¿qué hay de profesional y qué hay de personal en ese momento?

De profesional el 100%. Creo que en un momento así no te puedes involucrar, no puedes tomar partido, te equivocas si lo haces. Nos han enseñado a ser profesionales y en nuestra profesión hay muchos aspectos que conlleva dar malas noticias y esto hay que aprenderlo y enseñarlo. También te tienes que proteger, no te puedes dejar llevar por todas estas emociones porque al final pierdes la objetividad y hay que ser objetivos, tener la cabeza fría para tomar decisiones al tiempo que transmitir tranquilidad. Hay que vestirse con el traje de dar malas noticias y sacar el manual y empezar por los pasos uno, dos y tres. Si no, un flaco favor les estamos haciendo a nuestros pacientes.

¿Cuáles considera los avances más importantes en el tratamiento del cáncer?

En este sentido, hay dos aspectos que me gustaría destacar: uno sería la Medicina Preventiva, de la que a veces nos olvidamos y creo que hay que tenerla en cuenta. Es muy importante porque en muchas ocasiones invertir en prevención es más eficiente que invertir en terapéutica. Hay tumores en los que el diagnóstico precoz ha resultado ser muy importantes, muchos proyectos y aspectos preventivos que han impactado en mejorar la supervivencia de los pacientes. Quizás tengamos también que personalizarlo, es decir que la prevención no tiene porqué ser para todos, sino que habrá que buscar grupos de riesgo en los que invertir para intentar que esos programas sean realmente eficaces.
El segundo aspecto es la Medicina Personalizada. Todo lo que conlleva la biología molecular y el desarrollo de nuevas dianas terapéuticas. En ciertos aspectos yo creo que por ahí van a ir los caminos del progreso, lo que no sé es hasta qué punto vamos a poder sostener toda esta medicina tan tecnificada, tan específica. Si buscamos subgrupos de pacientes que se beneficien de un tratamiento, aunque ese tratamiento sea muy caro desde un punto de vista económico, si reducimos el número de pacientes que no se van a beneficiar y los eliminamos vamos a ser mucho más eficientes y vamos a evitarles mucha toxicidad y efectos secundarios. Yo creo que este es uno de los grandes retos de la medicina del futuro, que ya hoy atisbamos, profundizar en lo que es la medicina personalizada.

¿Cuáles son en su opinión los principales retos en investigación en la actualidad?

Creo que el principal retos en investigación, al menos en España, es exigir que tengamos más medios para poder investigar. Hoy en día la Oncología ha desarrollado sobre todo su vertiente asistencial pero la vertiente investigadora ha sido a base de esfuerzos personales, de una serie de grupos, de personas que han invertido su tiempo y recursos en seguir desarrollando la investigación en Oncología. Pero la Administración, salvo raras excepciones, no ha hecho mucho por ello y creo que hay que darle un toque de atención. Considero que la Oncología en  España es una especialidad tremendamente entusiasta y creo que la investigación daría un salto cualitativo si se hiciera una inversión relativamente pequeña. Y esto es lo que hay transmitir a los Hospitales y reclamar a la Administración: la necesidad de que en los centros hospitalarios haya áreas de investigación básica y traslacional asociadas a todo lo que es el área asistencial en medicina, y sobre todo en Oncología que creo que es uno de los servicios que más hay que desarrollar. Es muy importante que se establezcan unidades de biología y patología molecular en los hospitales y esto es algo que todavía no se ha producido de forma reglada en la sanidad española.

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