Entrevista al Dr. Emilio Alba Conejo, Jefe del Servicio de Oncología Médica del Hospital Clínico Universitario Virgen de la Victoria de Málaga y Presidente de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM).
Hace casi un año fue nombrado presidente de la Sociedad Española de Oncología médica. ¿Cuál es su balance de los últimos meses en cabeza de esta institución?
En mi opinión, creo que se han obtenido muchas cosas. La primera de ellas es la puesta en marcha de las becas SEOM, para permitir la formación como científico-clínico en centros de referencia internacional a aquellos oncólogos que acaben de terminar la residencia o que estén en los cinco primeros años.
Es muy importante la figura del científico-clínico, ya que no existe de una forma estandarizada en todos los hospitales y es fundamental para la praxis de una buena Oncología, sobre todo en estos momentos, donde la Oncología Molecular comienza a ser muy importante. Son becas incluso con más dotación que las que da la Sociedad Europea de Oncología, en el sentido de que son dos años de formación. Si después de estos dos años, los becados vuelven, claramente van a redundar en una mejoría importante en la visión internacional de nuestro país.
Por otra parte, hemos elaborado un documento de cargas de trabajo razonables, es decir, un documento que pueda servir como herramienta de negociación en todos los servicios de Oncología a la hora de dilucidar cuáles son las tareas razonables de trabajo para permitir una labor de calidad. También hemos realizado un manifiesto a favor de la investigación independiente, en el sentido que, junto con los demás grupos cooperativos que existen en nuestro país, la SEOM ha hecho de “paraguas” en defensa de la investigación realizada por lo grupos cooperativos. También hemos firmado con otras 14 sociedades científicas la Estrategia contra el Cáncer en la que se incide en la multidisciplinariedad del tratamiento del cáncer ya que un tratamiento de calidad implica, por definición, una decisión en comité. Además estamos trabajando muy duro por conseguir el quinto año de especialidad, junto con la Comisión Nacional de Especialidades, así como lograr el reconocimiento europeo de la Oncología.
¿Cuál es su campo de especialización y cuáles han sido los principales avances desarrollados en este campo?
En mi labor diaria me interesan fundamentalmente dos campos de la Oncología. El principal es, sin duda alguna, la investigación en el cáncer de mama, tanto la investigación clínica como la investigación traslacional. Ese es mi campo primordial de trabajo, pero, dentro de mi servicio, también me dedico a los tumores germinales de testículo. ¿El por qué? Cuando yo era residente había una adjunta, la Dr. Mª Carmen Alonso, en el Hospital de San Pablo, que, por algún motivo que después ni uno mismo puede definir de forma clara, me inculcó el gusanillo y la curiosidad por esta patología. Al final lo que el médico intenta es aportar cosas que favorezcan la curación, que mejoren los resultados y, en este sentido, tengo que reconocer que ella tuvo un gran impacto en mí en cuanto a cómo veía a los pacientes, cómo investigaba… y yo creo que ahí radica mi interés por este tipo de enfermedad. La verdad es que lo he pensado muchas veces: ¿por qué me he dedicado a esto? Es difícil conocer el por qué de las decisiones más importantes de la vida, pero si tuviera que decir algo, con la perspectiva que me han dado los años, creo que sería el ver cómo esta doctora trataba a las mujeres, cómo investigaba, cómo intentaba mejorar siempre los resultados. Eso es lo que hizo que yo me dedicara a esto.
Por otra parte, el principal paso adelante que ha dado el cáncer de mama ha sido el reconocer que hay variantes dentro de la enfermedad y que, por tanto, existen diversos tratamientos, lo que llevó a reconocer el tratamiento óptimo de la enfermedad. Por ejemplo en el cáncer luminal, para el que el tratamiento son las hormonas, estamos investigando en profundidad si hay algún grupo de pacientes que puedan evitar la quimioterapia a favor del tratamiento hormonal. En otros tipos de cáncer de mama, estamos investigando nuevos fármacos que puedan mejorar el tratamiento. Pero yo diría, que el principal avance ha sido el refinamiento del tratamiento y el reconocer que el cáncer de mama son varias enfermedades distintas y que tiene tratamientos distintos y exclusivos para cada uno.
Cuando una paciente diagnosticada con cáncer de mama se acerca a su consulta, ¿qué idea preconcebida tiene sobre esta enfermedad?
Creo que las mujeres, hoy en día, tienen un gran nivel de conocimiento del cáncer de mama. En concreto, las mujeres jóvenes entre 35 y 45 años conocen mucho acerca de la enfermedad. Por supuesto, no conocen las particularidades que antes comentaba de que existen varios tipos de enfermedad, pero la mayoría de las mujeres saben lo que son términos como los receptores, así que se puede decir que su conocimiento de la enfermedad es bastante aceptable y, lo que es más importante, afortunadamente las mujeres tienen la sensación de conocer bien la enfermedad.
Su trabajo diario incluye el desarrollo de la educación, la investigación y la comunicación del cáncer. ¿Cree que la población está bien informada?
La comunicación y la información son fundamentales. Un paciente informado es, simplemente, una maravilla para su médico. Un paciente informado te permite de verdad compartir la decisión, mientras que un paciente no informado, por mucho que quiera, le es imposible. Yo diría que la gente, en esta época en la que la información se ha democratizado de forma general, sobre todo gracias a Internet, está mucho mejor informada. Es verdad que, en muchas ocasiones, la información que se encuentra en Internet no es de calidad, pero dentro de lo que cabe, prefiero pacientes informados, aunque sea de forma indiscriminada vía Internet, que aquellos que no saben nada y tienen una actitud defensiva ante la enfermedad. Un paciente bien informado te permite discutir en profundidad las circunstancias de su enfermedad y que el médico ejerza de consejero. Yo lo aprecio de una forma muy importante.
¿Cuál cree que es la importancia de los medios de comunicación como divulgadores de la ciencia?
Los medios son fundamentales. Los médicos podemos estar en contacto con los pacientes, los familiares y, como mucho, con las asociaciones de pacientes, pero quien se pone en contacto con las grandes masas, no sólo en oncología sino en general, son los medios de comunicación. Por tanto, los medios son importantísimos a la hora de diseminar una cultura oncológica.
Los rumores derivados del boca a boca siempre han perseguido al cáncer. Por ejemplo, el asociar la enfermedad a factores medioambientales o el carácter hereditario de los tumores. ¿Qué hay de verdad y de mentira detrás de la rumorología?
Efectivamente, alrededor del cáncer existen muchos mitos, se podría escribir un libro sobre mitos del cáncer, como por ejemplo, que el cáncer es hereditario. En el caso del cáncer de mama, la gente cree que es hereditario en su mayoría, lo cual es falso, ya que es de carácter hereditario en sólo un 5% de los casos. Pero hay otros muchos mitos acerca de cómo se ocasiona el cáncer, si por golpes, por las radiaciones electromagnéticas de las antenas de televisión, etc. Una serie de creencias que no tienen ningún fundamento científico, como el que se lleva tanto ahora de las bayas de goji, pero que el paciente se suele tomar con interés.
Una de estas creencias es la que relaciona dieta equilibrada, como es la mediterránea, con una menor predisposición a padecer cáncer, tanto en la prevención como en el desarrollo de la enfermedad…
Probablemente, después del hábito de fumar, el factor clínico más importante relacionado con el cáncer es el peso. El índice de masa corporal se correlaciona con un aumento del cáncer en general y con algunos en concreto, como el de mama, colón o próstata. Es verdad que la dieta tiene influencia, pero es importante, sobre todo, cuando hay que intervenir al paciente. Habría que incidir desde la infancia, intentar que los niños no tengan sobrepeso desde una edad temprana y habría que hacer una campaña activa para que la gente no gane peso. Lo que pasa con la dieta mediterránea es que hablamos mucho de ella pero no la seguimos. La dieta mediterránea es la que había en la España de los años 50 y 60 caracterizada por muchas legumbres, frutas y verduras y, sobretodo, por la escasez de la época. Hoy en día hablamos mucho de la dieta mediterránea, pero dudo mucho que la siga un número importante de personas en nuestro país.
¿Cuál cree que es la idiosincrasia de nuestro Sistema Nacional de Salud respecto al tratamiento y diagnóstico del cáncer?
El Sistema Nacional de Salud ha fomentado un proyecto de lucha contra el cáncer que sea equiparable al resto de Europa Occidental. Si comparamos la tasa de mortalidad en España con la del resto de Europa Occidental, comprobaremos que está en el mismo rango, de forma que, al menos, lo hacemos igual que nuestros vecinos, no peor. Ahora la lucha contra el cáncer está muy volcada en el tratamiento multidisciplinar, lo que supone un salto de calidad considerable ya que la decisión más importante, la primera decisión, es tomada en el contexto de un comité multidisciplinar formado por cirujanos, patólogos, radiólogos, oncólogos radioterapeutas y oncólogos médicos, entre otros. Aparte de esto, dudo que existan otras políticas claras contra el cáncer, a excepción de la Ley Antitabaco, que afecta fundamentalmente al cáncer de pulmón.
El nuevo Plan de estudios Bolonia contempla la incorporación de la Oncología cómo asignatura, ¿se ha convertido la especialidad en una materia que todo médico debe conocer?
Dentro de la química humana la Oncología es una asignatura que creo fundamental, porque a través de la Universidad no estaba como asignatura, a pesar de que en nuestro país, y en el mundo occidental en general, el cáncer es el mayor motivo de mortalidad entre los menores de 65 años. Por tanto, que los estudiantes conozcan el cáncer como un todo es fundamental a la hora de que se hagan una idea realmente cierta de qué es lo que está pasando, tanto en cantidad como en calidad. Que los residentes sean capaces, a través de la química, de tener cierta noción en la investigación traslacional, (lo que en el mundo anglosajón se llama científico-químico) fomenta los pilares de que en el futuro los oncólogos tengan un conocimiento profundo de la enfermedad y a que sean capaces de poner en práctica los conocimientos biológicos con mucha más rapidez.
Desde fuera, la medicina parece estar perpetuamente ligada tanto a la práctica como al estudio científico, como si la carrera de medicina nunca tuviera fin. Según su experiencia, ¿un médico puede dejar de estudiar en algún momento?
Si haces lo que debes hacer, no. Sobre todo en nuestro campo, donde afortunadamente, las cosas cambian con relativa frecuencia, especialmente gracias a los avances en la investigación.
En cuanto a los avances del tratamiento, actualmente la mayoría de los cánceres son tratados con quimioterapia, que puede resultar muy agresiva. ¿Cuál es el futuro de los tratamientos oncológicos?
Por muchos que se avance, vamos a tener quimioterapia durante 20 años, por lo menos. Los fármacos que bloquean vías más específicas del cáncer, los anti-diana, que se emplean entre un 15 y un 20% de los casos, se unen al tratamiento de quimioterapia y logran mejores resultados en muchos de los casos.
En su opinión, ¿cuáles son los valores que aporta Fundación ECO al progreso de la Oncología?
Creo que la Fundación ECO principalmente aporta experiencia, ya que está formada por una serie de personas que tienen un gran valor añadido en la Oncología española, personas que han contribuido de forma muy importante a que la Oncología española esté donde está, en mi opinión, en un puesto muy alto. Si tuviera que definir ECO con dos palabras, serían experiencia y consejo. Esto es lo que creo que la Fundación ECO puede aportar a los oncólogos como un importante valor añadido.